Nuevas empresas para un nuevo Mundo

Parece que Dean R Koontz acertó al imaginar hace años la expansión de un virus originado en Wuhan en una de sus novelas.

También Bill Gates hizo, según nos hemos podido enterar, algunas certeras predicciones respecto a las amenazas biológicas.

Salvo ellos, y tal vez algún otro visionario, muy pocos podrían haber imaginado un evento de las características y repercusiones del coronavirus. Pero yo no quiero hablar del bicho éste.

Yo no estaba más cerca que la mayoría de poder imaginar los efectos de esta infección y, sin embargo, siento que hace tiempo que me vengo preparando para él. No tenía ni idea de que esto iba a pasar, pero, como lo veo, esta pandemia es otra manifestación física y tangible de un fenómeno más amplio en el que vivimos inmersos desde hace tiempo.

Efectivamente, desde hace tiempo se viene manejando el término VUCA para referirse a la volatibilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad del mundo actual.

Entorno VUCA

El término VUCA fue acuñado por el ejército de EEUU. Tras haberse preparado durante décadas para enfrentarse a un enemigo monolítico como era la URSS, el ejército americano acabó afrontando misiones en un entorno completamente distinto.

En Irak, Afganistán o en África, el ejército de EEUU se encontró ante circunstancias radicalmente diferentes a las que habían imaginado.

Allí no tenían un ejército delante, separado por frentes definidos como en la Segunda Guerra Mundial, sino guerrillas y comandos independientes.

El ambiente era impredecible e incierto. En los poblados y ciudades por las que pasaban no sabían distinguir con facilidad al amigo del enemigo y la violencia se podía detonar en un instante y sin aviso.

VUCA es el nombre que dieron a estos entornos. VUCA es el acrónimo, en inglés, de las palabras Volatilidad, Incertidumbre, Complejidad y Ambigüedad.

Este término se ha popularizado en el mundo de los negocios, que ven un paralelismo entre estas situaciones de combate y el actual entorno empresarial, que es igualmente supercompetitivo y extremadamente acelerado y cambiante.

jorge melero

Extinción masiva de empresas

No en vano, hoy hay quien habla, usando un símil biológico, de que se está produciendo una extinción masiva de empresas.

En efecto, la vida media de las empresas ronda actualmente los diez años, tal vez menos en los países hispanohablantes. Por ejemplo, las empresas mexicanas viven 7.7 años en promedio, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía de México.

 Implicaciones para gestión

Es lógico imaginar que, frente a este panorama, las empresas no pueden permanecer impasibles. El ejército de EEUU no tardó en concluir que, para adaptarse con éxito a los nuevos campos de batalla, tenían que cambiar su manera de operar. Esta conciencia le llevó a afrontar cambios estructurales para poder funcionar de manera más ágil y dinámica.

Fue evidente que, en ambientes imprevisibles, los comandos no podían esperar órdenes de oficiales a distancia, lejos del campo de batalla.

En consecuencia, el ejército de este país tuvo que resolver cómo dar más autonomía y capacidad de acción a sus soldados.

Algo parecido pasa efectivamente en las empresas.

Muchas empresas funcionan, aún hoy, consciente o inconscientemente, bajo los principios de la gestión científica de Taylor, formulados a principios del s XX. Según ésta, las empresas se conciben como mecanismos y las personas como piezas dentro del mecanismo.

Las personas, de esta manera, son juzgadas por su capacidad para cumplir con eficiencia y sincronía, sus funciones dentro del mecanismo.

La posición de cada uno está predeterminada. Las empresas que se rigen bajo esta concepción se esfuerzan activamente para que las personas se atengan a su cometido y no se salgan de los límites que se les establecen. Cualquier iniciativa que no venga por lo canales estipulados es ignorada o silenciada.

Hoy, en el entorno VUCA del que hablamos, muchas empresas tratan de que las personas hagan algo más que cumplir con su función. Las empresas deben adaptarse más rápidamente al entorno y para ello tienen que innovar, adaptarse e improvisar. Sólo las personas pueden hacerlo, pero aquí es donde las nuevas necesidades chocan con las viejas maneras.

Tras décadas en las que la gestión empresarial se empeñó en conducir el comportamiento de las personas, ahora se debe encontrar el modo de desrobotizarlas… o mejor, de volver a humanizarlas.

 Organizaciones más humanas

En mi opinión, es una buena noticia. Para que las personas sean innovadoras, creativas y comprometidas, las empresas necesitan reconectar con lo que nos hace humanos.

Si durante mucho tiempo, por ejemplo, palabras como felicidad u plenitud habían estado vedadas del vocabulario de los negocios, hoy empiezan a entrar entre las preocupaciones de muchos directivos.

En efecto, la innovación requiere equipos más comprometidos, felices y motivados, capaces de asumir retos y apostar en un entorno de seguro. La experimentación, ingrediente clave para poder innovar, implica, por definición, obtener resultados inesperados, tal vez indeseables. Las personas deben tener la seguridad de poder cometer errores, sin ser castigados por ello. Al contrario, las empresas que quieran hoy adaptarse deberán dar espacio a la proactividad y la experimentación.

Algunas claves esenciales de las nuevas maneras de gestionar las empresas de manera más efectiva son las siguientes:

  • Autonomía de los equipos
  • Planeación y estrategias de corto plazo
  • Propósito, plenitud y significado
  • Entorno seguro de experimentación
  • Transparencia de la información

 Conclusión

En resumen, ahora es un virus biológico, mañana puede ser uno digital, una guerra o una nueva tecnología.

Como empresas y como profesionales, tenemos que prepararnos para afrontar eventos inesperados y, en muchos casos, dramáticos. Es probable que éstos sean cada vez más frecuentes.

La buena noticia es que algunas empresas ya nos están mostrado el camino. Algunas empresas están alcanzando niveles de innovación realmente extraordinarios, inimaginables hace unas décadas.

Lo han hecho, asegurando nuevas maneras de colaborar más efectivamente. No son maneras irracionales. Cuando se aplican con convicción, tienen toda la lógica. La dificultad para implantarlas es que desafían muchas de las creencias y paradigmas no escritos que se daban por hecho, y que aún hoy se enseñan en algunas universidades y escuelas de negocios, sobre cómo se gestionan las empresas… pero cambiar esas creencias depende de nosotros.

     

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