(…) a veces las situaciones que se desarrollan a lo largo de los años, las vive cada uno según su carácter o la capacidad de aceptación de lo que sucede a su alrededor.
¿Cómo expresar todo lo que se puede llegar a sentir por una madre a través de una carta? ¿Cómo podemos ser justos con los recuerdos? Desde luego no es tarea sencilla. Sin embargo María José Cano Cuesta nos invita con su Carta a mamá, escrita en agosto 2020 en plena pandemia de COVID19, a un viaje a la esencia del amor que se puede sentir por una madre.
Carta a mamá
Comenzaré diciendo que nuestra familia, se formó del matrimonio entre José, carpintero y Bárbara, ama de casa, y sus cinco hijos, Paco, Mary, Nina, Ángeles y Gerardo. Como uno de los hijos mayores, mis recuerdos están llenos de anécdotas, o situaciones que viví en mi niñez y juventud.
He de decir que no nombraré mucho a nuestro padre, no porque no haya tenido importancia en nuestra vida, yo recuerdo con mucha nostalgia los cuentos del Sermón de la Bellota tiene la barriga rota, El gallo Morón y algunos más que él siempre nos contaba acostado junto a nosotros. Pero hoy por desgracia ya no está entre nosotros y este encuentro es para que tú, mama, disfrutes un día de toda la familia que te quiere.
Tengo que agradecer a mis hermanos la deferencia que han tenido en encargarme este pequeño repaso a nuestra vida contigo, pues a veces las situaciones que se desarrollan a lo largo de los años, las vive cada uno según su carácter o la capacidad de aceptación de lo que sucede a su alrededor. Reconozco que olvido fácilmente los momentos duros, pues creo que estos té hacen más fuerte como es tu caso. Has sido para todos la madre que cualquiera envidiaría por como nos has cuidado. Hemos crecido a tu lado sintiendo el amor más desinteresado. Y años después el cariño hacia
nuestros hijos, cuando se venían de vacaciones…
Han sido muchos días en el Zarzalillo y muchos los buenos momentos que disfrutaron a vuestro lado, y la paciencia que gastabáis con cada uno de ellos. Por eso venir a verte, es una alegría y un placer que nunca quieren perderse. ¡Te esmerabas cada día por darles los caprichos, más inverosímiles! ¿Recuerdas José, el bocadillo de fideos? Son pequeñas muestras de tu dedicación.
Nuestra vida en casa fue tranquila gracias a ti, tú nos servías de pantalla cuando surgía algún conflicto con papá, que por su forma de ser ocurría a menudo. Ahora con los años nos damos cuenta de cómo tuviste que lidiar con problemas que no eran tuyos. Tu vida no ha sido un camino de rosas lo sabíamos y todas lo callamos. Has sido prudente para todo, yo diría que demasiado porque hubiera sido bueno que participáramos más de tus tristezas, que tuviste y fueron muchas. Pero, hoy no vamos a hablar de ellas, queremos que sea un día feliz y que lo llevemos gravado en nuestro corazón.
Como antes os decía recuerdo cómo fueron mis años con mamá. Es cierto que en nuestra niñez faltaban muchas comodidades que hoy por cotidianas nos parece imposible que no existieran antes, por eso nuestra tarea diaria era lo de acarrear el agua del pilar que teníamos más cerca, unas veces a cántaros y después con cubos para llenar el depósito que se había instalado en la terraza, y que por desgracia para nosotras, se vaciaba, a veces, por la cisterna del váter. Tarea de chicas… Vosotros, Paco y Gerardo, tendríais otras, pero desde luego esa no.
También recuerdo cuando había que lavar los colchones de lana y nos íbamos a Vilanos y pasábamos todo el día, cargábamos con la merienda y todas las cosas necesarias, ayudábamos todos y también jugábamos en el río. Entonces caminar era normal no como ahora que vamos en coche a todas partes. Luego íbamos a la Choza la Rana y allí nos bañábamos en la piscina circular que había en la puerta. Siempre era motivo de alegría, de fiesta pasar el día en el campo, como también lo era el día de San marcos, en la Fuente el Moral. Días antes se hacían los hornazos típicos, con sus ojos de perdigones y sus lazos de lana roja al cuello, los nidos con varios huevos y una serpiente subiendo por la pared… Ahora ya no hay que hacerlos, nos los traen hechos y además ¿a qué niño le hace ilusión una cosa así cuando hay tantas otras con que distraerse?

Las canastas de anea con sus manteles y llenas de los huevos cocidos, ¡la carne empanada, las tortillas, los chorizos, el lomo de orza y ¡LAS ROSCAS DE PAN! que no podían faltar como ha pasado este año, ¿verdad mamá?
Otro momento que guardamos en la memoria, era la tarea de hacer los farolillos de melones, como los vaciábamos y sobre su corteza nos dibujabas con una cuchilla de afeitar, un sol, una escalera, la luna, una casa, o cualquier cosa que se nos ocurriera. Salíamos por las calles cantando, con las demás niñas de la calle: “SERENO QUE CANTAS DIME QUÉ HORA ES, HAN DADO LA UNA, LAS DOS Y LAS TRES”, eso al menos es lo que yo recuerdo. A la vuelta nos los guardabas en una tinaja de agua para que no se secaran.
Las tardes de los domingos, con las tortillas de botella y las panduescas, las gachas de harina tostada, las natillas de Semana Santa, los huevos con bechamel, la leche frita… Son tantas cosas que sería interminable enumerarlas todas…
Antes de acabar quiero que sepas que tus nietos, antes y ahora tus biznietos, Abel y Saúl, por estar más cerca, disfrutan de tu compañía, pero que no te olvidas de Francisco y de Eva María, aunque no los veas tanto como quisieras. Que todos te quieren, y que se han sentido privilegiados por tener una abuela y una bisabuela como tú. Este es el mensaje que todos me han enviado y que yo transmito en estas palabras. Si son lo que deseabáis expresar, me alegro, si no es así, hoy, ahora, tenéis una oportunidad para decirle lo que yo haya omitido.
Son pobres las palabras, pues los recuerdos a veces se difuminan con el tiempo, pero queda lo más importante y ese es nuestro cariño y nuestra alegría porque estás con nosotros y disfrutamos de tu compañía. Las palabras se las lleva el viento, por eso día a día te demostramos, unos mejor que otros, que eres muy importante para nosotros, que padecemos cuando no estás bien, y que nos alegramos cuando abrimos los mensajes y leemos: “Buenos días, mamá ha pasado la noche bien”. Esto para nosotros es lo más importante para comenzar el día con optimismo, con tranquilidad, pues tu bienestar es lo que más nos importa en estos momentos. Ahora sí termino, una vez más, te damos gracias por ser como eres y por los años vividos a tu lado.
Antes de acabar deseo que sepas que este encuentro ha sido idea de tu nieta Sandra, que Inma tu otra nieta se ha preocupado de buscar un sitio agradable para esta reunión y que todos de una u otra manera han colaborado para que sea un día feliz en el recuerdo de todos.
Gracias mamá.
Agosto de 2020
Imagen de zZenitmkt y David Ramón Larrosa en Pixabay

¿Cómo nació su amor por la escritura? ¿Qué le proporciona?
Comenzaré diciendo que he leído bastante, en mi juventud y con el tiempo me fui dejando la literatura atrás. Cuando falleció mi marido y asimilé que ya no era joven, tenía que hacer algo con mi vida, que se había quedado vacía.
Me animaron a que participara de un taller de lectura y lo hice, como también varios años después el de Escritura Creativa que es el que poco a poco ha ido despertando en mí la imaginación y el deseo de escribir.
A Veces cuando escucho los comentarios que me hacen siento una gran satisfacción, es muy reconfortante ver o sentir que alguien al que no conoces ha disfrutado por uno minutos con tus relatos, más o menos creíbles pero siempre hechos con bastante interés, por cómo enfocar el desarrollo , los personajes, cuando terminar y sobre todo que al terminar de leerlo quede satisfecha del resultado. En cuanto a lo que escribo, creo que tres de los relatos que he escrito hasta el día de hoy tienen algo de vivencia personal, uno sobre todo. Los otros los he hecho más como si se tratara de otro personaje inventado, quizás para no verme, mejor dicho para que no me vean, los que me conocen, reflejado en ellos.
¿Sus historias se basan en vivencias personales o todo es fruto de su imaginación?
Como le decía todo es fruto de mi imaginación. Han sido muchos los días de confinamiento y este año ,por suerte me llevé el portátil a casa de mi madre y pude escribir algunas de las historias. Eso me hizo bien porque la mente la tuve ocupada mucho tiempo.
¿Ha pensado en algún momento en autopublicar un libro? ¿Por qué?
En cuanto a lo de autopublicar un libro, lo pensé, pero sólo fue un momento después creí que no eran suficientemente buenos como para editarlos, por eso me ha sorprendido su petición de participar en su apartado de literatura.