«La ropa es la armadura que utilizo para protegerme», explicó Demna, modisto de Balenciaga, tras un desfile y una colección superlativos presentados el miércoles en la sede de la casa, en la avenida George V.

Un desfile que terminó con una Juana de Arco de los últimos tiempos, ataviada con una magnífica armadura en trampantojo, en el último ejemplo de la costura caballeresca de Demna. Aunque la armadura resultó ser de resina recubierta de cromo.
«Siempre he pensado que si Juana de Arco hubiera llevado armadura en lugar de pantalones de hombre, quizá no se habría quemado», dijo Demna en una charla posterior al desfile.
Una colección otoño/invierno 2033/24 cuyo leitmotiv eran algunos ejemplos realmente excepcionales de trampantojo. Pintores expertos consiguieron reproducir de forma asombrosa un ribete de piel de astracán, un lagarto verde en un elegante blazer e inventaron un visón que podría haber sido pintado por Andrea del Castro.
«Pensaba que cuando empecé a ir a museos, siempre estaba un poco celoso de los que eran capaces de hacer trampantojos, así que ésta es mi respuesta. ¿No es ese el sentido de la Alta Costura, hacer algo que nadie ha intentado antes?», argumentó, mientras 40 escritores de moda se reunían a su alrededor. Una prueba de fuego de la influencia de un modisto. Nadie atrae hoy a tantos críticos, otro recordatorio de la posición de Demna, como modisto preeminente en París.
El diseñador de origen georgiano tiene una imaginación tan fértil que incluso inventó una nueva forma de alta costura, una serie de cuellos anchísimos que hacían que las chaquetas, los abrigos y los vestidos no tuvieran hombros. El escote adoptaba la forma de un cáliz. En manos menos hábiles, habrían resultado muy extraños, pero Demna consiguió darles un aspecto increíblemente “cool”.

Inusualmente visto en un desfile de Alta Costura, una veintena de los looks eran para hombre, desde un increíble traje de cuadros Príncipe de Gales pintado a mano en lino hasta un fantástico abrigo de leopardo de las nieves, de nuevo pintado minuciosamente a mano. Todos los hombres llevaban botas puntiagudas de tacón cubano.
Una colección que se abrió con un look de archivo de Danielle Slavik, que fue modelo de Cristóbal Balenciaga durante cinco años, hasta que él cerró el negocio en 1968. Un vestido de terciopelo negro perfectamente drapeado, rematado con rosas negras y un collar de doble perla, una versión del que más tarde lució Grace Kelly.
Siguiendo con su tradición de utilizar actrices como modelos, Isabelle Huppert hizo una aparición similar a la de Catalina de Médicis con un vestido de viuda con volantes cubierto de jade brillante.
Un espectáculo respaldado por la voz solitaria de Maria Callas, extraída de cualquier apoyo orquestal, la declaración más pura de la voz de la soprano en el año de su centenario. Comienza y termina con Norma y continúa con Gianni Schicchi y Carmen.
«Tardamos varios meses en terminarlo y necesitamos dos programas de inteligencia artificial para hacerlo funcionar. En realidad, Maria Callas nunca grabó en un estudio, así que, en cierto sentido, se trataba de una banda sonora de alta costura», concluye el modisto de voz tranquila.

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