La Orden del Ibis Negro

Essaouira, la Orden del Ibis Negro
Capítulo XXIV


El anciano dio por terminada la reunión. Con su actitud, los miembros de la mesa se alzaron, y por tanto, Moriarty y Cordelia movieron sus sillas hacia atrás y se pusieron de pie. Uno de los miembros más jóvenes del grupo se les acercó. Les llamó por su nombre y les invitó a que le siguieran.

En el lateral de la habitación, cubierta por una cortina ocre oscuro, una cancela con cerrojo de hierro, hizo un chasquido. El joven, sin que ellos se diesen cuenta la había abierto.

Los dos se encontraban en aquella estancia. Dos sillas y una pequeña mesa de trabajo era su mobiliario.

En la mesa, un portafolios de piel curtida. Aquel elemento de escritorio tenía muchos años. Su piel ajada, su hebilla que en otro tiempo fue dorada, y una pequeña hendidura para su llave.

La llave se encontraba en la mesa, sobre un pañuelo blanco con el anagrama C. Cordelia y Moriarty supusieron que aquello significaba “Claustro”.

Moriarty recogió la llave y la introdujo en la cerradura. El portafolios se abrió y de él extrajo un libro de notas. Las hojas tenían un aroma de papel antiguo. Sin embargo, estaban escritas con tinta reciente. Así lo supuso Moriarty al comprobar el tacto de las mismas.

Comenzó por la primera hoja, y comprobó que era un itinerario de viaje con instrucciones. Eso no era tan sorprendente como el hecho de que estuviese escrito en latín. Moriarty tuvo que “desperezar” sus conocimientos de aquella lengua. Estudió latín durante muchos años por obligación. No obstante, otros muchos años, lo estudió por pura devoción.

El titular del primer capítulo expresaba con tinta azul muy oscura:

Officiorum et obligationibus
“De Moriarty et Cordelia”
MDLIV.

¡Ya estaban previstas sus órdenes desde 1554!


Ahora, ¡también en audio!

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